La Hermandad de la Borriquita de Valverde del Camino
sigue materializando sus sueños. Ayer, presentaba, en un día de lo más
especial, uno de los deseos que anhelaba desde que diera sus primeros pasos en
aquella Cruz del Barrio.
Ya son una realidad la imagen de María Santísima de la
Paz y Esperanza y el conjunto escultórico del misterio de la Sagrada Entrada
Triunfal en Jerusalén.
Al igual que el Cristo del Amor, todas las tallas han
sido creadas por el imaginero onubense Elías Rodríguez Picón.
Ricardo Sánchez, hermano mayor.
El arte local está de enhorabuena. El patrimonio cultural
y religioso de Valverde cobra más vida, aún si cabe, con estas nuevas imágenes
sacras.
Servando Pedrero, párroco de la localidad.
Sin duda, el valverdeño se ha ganado el derecho a
consolidarse como un Domingo de Ramos solemne y emotivo. Un Domingo de Ramos
espectacular.
Las flamantes esculturas estarán expuestas en las
Escuelas Vicentinas hasta el día 11 de septiembre en horario de 10h a 14h y de
19h a 22h.
Palabra
del autor
A la presentación, que se realizaba en la tarde de ayer
en el mismo espacio, no pudo acudir su autor por motivos personales.
Él mismo, en su cuenta oficial de Facebook, ofrecía todo
tipo de detalles sobre la composición. Elías Rodríguez ha explicado en redes
sociales que las obras han sido talladas en madera de cedro real, a tamaño
natural y policromadas al óleo.
Con este misterio de siete imágenes, asegura el escultor
que su intención ha sido “la de poder llegar al espectador catequizando a
través de iconografías menos recurrentes, como es el caso del anciano ciego
pidiendo limosna, encaminado a la concienciación de la gente”.
A este anciano invidente lo acompaña una niña lazarillo,
que transmite al espectador, según el imaginero, “la ayuda que tantas personas
ofrecen a enfermos y ancianos imposibilitados”. Los ropajes del ciego y de la
niña han sido, precisamente, una donación suya.
Delante de la burrita nos encontraremos a un niño de unos
12 años, que camina anunciando a la gente quién es el que viene con sus
apóstoles. El niño podría ser Rufo, dice el escultor, uno de los hijos de Simón
de Cirene. Éste, porta en el brazo izquierdo un gallo como símbolo o metáfora a
las negaciones de San Pedro.
Junto a Jesús, a su izquierda, camina San Pedro como
“fiel guardaespaldas”, quien mira impresionado a la gente que grita el nombre
de Cristo.
Tras él, a su derecha, marcha descalza la Virgen, que
mira con devoción y amor a su hijo. Con la mano izquierda, María parece querer
tocarle en su espalda por última vez.
Por su parte, y así finaliza su autor la explicación del
misterio, aparece San Juan, a su izquierda, cuidando en todo momento de la Madre
de Dios.